Noche de balcón y tejadillo hacia el oriente.
Arriba estaba la lluvia
Amagando con desgranarse sobre los párpados.
Abajo estaba la ciudad
En un perfecto desconcierto de paisajes
Y un desorden como de incendio en las bombillas
Que fingían teñir de rojo el pavimento.
Y sobre balcón y tejadillo
Estaban las voces de los amantes
Abrazados en el beso ligeramente almizclado,
Susurrando como las plumas del pájaro abatido,
Dialogando en el pubis y en los ojos
Mientras la noche se iba rindiendo a la madrugada.
Más allá de las esquinas
El vigilante del sueño sonaba su pito para
anunciar que existía.