Está el señor profesor
con la verdad en la punta de los dedos
Está con la blanca verdad deslizándose muy despacio
aleteando desde sus labios
como si fuera mariposa transparente
o papel arrebatado por el viento
Su voz araña las paredes
para no caer en el abismo
Sus palabras tratan de llamar a gritos
Su tos
tose la cal que impide ver esa verdad
aferrada al verde del tablero
Un polvillo como la niebla
queda suspendido en la punta de su corbata